Falso amigo n.º 15: ombre (francés) ≠ hombre (español)
La palabra francesa ombre no significa hombre, procede de la palabra latina umbra y significa sombra. En el otro lado de la ecuación tenemos el vocablo hombre: miembro de la especie humana o persona del sexo masculino. En francés se dice homme y ambas palabras vienen también del latín, en este caso homo.
Entre las palabras que tenemos hoy, las formas francesas (homme y ombre) están más cercanas al latín (homo y umbra) que las españolas (hombre y sombra), en las que aparecen unos fonemas extraños. En el paso de homo a hombre hay que advertir que el castellano recibió las palabras latinas preferentemente de su versión en acusativo, que en el caso de hombre ya no es homo, sino hominem. Las reglas de evolución fonética pueden explicar la evolución a hombre, que es similar a la que sufrieron faminem y feminam para acabar en hambre y hembra. En el caso de umbra-sombra, la aparición de la s es más curiosa. Pasa por el verbo subumbrare, que significaba poner a la sombra. ¿Para qué sirve una sombra sino para ponerse debajo? Por la misma regla de tres tenemos sombrillas y sombreros. Directamente de umbra el español posee otras palabras, como umbroso, umbría o penumbra, que ya se asemejan más al francés ombre.
Los falsos amigos que nos visitan hoy tienen en común su carácter ambivalente. La palabra hombre conecta con humanidad, humanismo, homenaje… Todas ellas positivas y que nos recuerdan que el hombre (como especie) es el ser supremo de la creación. Pero por otro lado, como refiere San Isidoro en sus Etimologías, homo está emparentado con humus, pues Dios cogió un poquito de humus (= tierra fértil) para moldearlo. Se lo confesó al expulsarlo del paraíso por el asunto de la manzana. «Barro eres y al barro volverás.» (Gén., 3:19) Hay que ver qué poquicas luces. Si es que para una cosa que se te manda… En fin, con semejante materia prima qué queremos. Y desde entonces en muchas sociedades se intenta cumplir el mandato divino y se inhuma (=se devuelve a la tierra) el hombre una vez muerto. Inhumar, exhumar, humillar, humilde y póstumo son palabras cercanas a humus y, según San Isidoro, también a hombre. Y mira, yo en esto, le encuentro su punto.
Las sombras comparten esa dualidad con el hombre. Todo lo sombrío se relaciona con lo negativo. La sombra, la ausencia de luz, es la ignorancia. Pero sombra tiene un matiz del que carece, por ejemplo, tiniebla. Porque una sombra puede ser una silueta, una imagen proyectada. Platón decía que, de hecho, no percibimos la realidad directamente; metafóricamente explicaba que sólo vemos las sombras de esa realidad proyectadas sobre una pared. Las sombras pueden ser buenas pistas para conocer la realidad, aunque si hay alguien haciendo sombras chinescas, te pueden engañar como a un chino. El «asombroso» mito de la caverna.
La imagen que propongo con esta pareja de falsos amigos parte un poco de esa idea. Es la fotografía de una pared, pero la sombra nos desvela el sujeto invisible de la escena, el hombre. Suponemos que hay un hombre porque vemos su sombra. También he incluido una fotografía dentro de la fotografía, que no es más que una imagen grabada en una superficie gracias a luces y sombras. La fotografía moderna puede ilustrar bastante bien la alegoría platónica. Creemos ver la realidad al ver su imagen fotografiada, pero la fotografía es sólo su sombra. ¡Qué no hubiera dicho Platón de haber conocido el Photoshop!
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