Falso amigo n.º 22: crane (inglés) ≠ cráneo (español)
Según asegura San Isidoro en sus Etimologías, la grulla, al igual que otras muchas aves, toma su nombre por el sonido de su voz. Sabemos que San Isidoro era un salado y que hablaba con mucha ligereza. También decía de las grullas, por ejemplo, que por las noches se turnaban para hacer guardias y que la que quedaba en vela cogía una piedra en una pata; si la grulla se quedaba dormida dejaba caer la piedra y esta, con el ruido, la despertaba. En cualquier caso, en lo que respecta al origen onomatopéyico del nombre, parece que San Isidoro andaba en lo cierto. En el latín en el que escribía, el nombre de grulla es gru, lo cual resulta convincente. En francés es parecido, grue, en italiano gru, en castellano grulla, en inglés crane y en alemán Kranich. Resulta evidente que las grullas no van cambiando su grito según los países que atraviesan en sus migraciones; sin embargo, las diferencias entre unos idiomas y otros se pueden explicar por evoluciones fonéticas propias, ya que todos estos términos proceden de una misma raíz protoindoeuropea, *gere.
Hemos quedado en que grulla en inglés se dice crane, falso amigo, por lo tanto, de cráneo. Cráneo es una palabra castellana que procede del latín cranium, y esta del griego κρανίον (kraníon). Cristo fue crucificado en el Golgotha (denominación aramea) o Calvario, Κρανιου Τοπος (Kraniou Topos) en griego; es decir, lugar del cráneo. La calavera que daba nombre a la colina era, según la tradición, la de Adán, que es la que aparece representada en infinidad de veces en la escena de la Crucifixión. La simbología que encierra ese cráneo es muy rica, no sólo da nombre al lugar físico de la escena sino que remite a una lectura teológica sofisticadísima de la Crucifixión. Otro cráneo mil veces reproducido es el que supuestamente ondeaba en las banderas de los piratas de los Mares del Caribe. Aquí el significado es más simple y directo. Tiene relación con la muerte, el gamberrismo y dar mucho miedo.
A la hora de decidirme por el tema de la ilustración dudaba entre dos: «Grulla crucificada con cráneo a sus pies» o «Grulla pirata con bandera al fondo». Tanta duda paralizante me recordó al monólogo shakespeariano en la que Hamlet se debatía ante dilemas de similar calado frente al cráneo del bufón que fue su compañero de juegos en la infancia. La obra de Shakespeare me resulta tan representativa del tema de los engaños y las dudas, que resolví convertir a Hamlet en crane (=grulla) y a su llorado Yorick en cráneo.
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