Falso amigo n.º 33: assinatura (portugués) ≠ asignatura (español)

Los romanos tenían fama de ser muy organizados. Fundaban ciudades nuevas a base de escuadra y cartabón, eran apasionados de las leyes y la burocracia y en la guerra eran más sistemáticos y ordenados que nadie. La base de la legión la formaban las centurias, cuerpos de infantería al mando del centurión. En el caos y el fragor de la batalla, los miembros de cada centuria siempre sabían cuál era su posición porque seguían a su estandarte. Lo llamaban signum, que, procedente de la raíz protoindoeuropea *sekw- (=seguir), significaba «aquello que hay que seguir». Hacía las veces del socorrido paraguas que un guía turístico levanta cuando se acumulan varios grupos de aturdidos turistas en un mismo emplazamiento de especial interés.

La palabra signum es la antecedente directa del signo español. Comentar la palabra signo nos daría para una tesis doctoral. Pero es que, además, ha dado lugar a un significativo grupo de vocablos repletos de acepciones interesantes. En el terreno lingüístico tenemos el significante y el significado, ahí es nada. En un ámbito más visual, las señales y su diseño. En otros campos insignias y consignas. En el plano educativo, además de las asignaturas, la propia palabra enseñar. En esta entrada nos vamos a fijar en una mínima parte de esa extensa familia. Dos palabras que proceden de la rama assignare (= ad + signare) que en latín medieval significaba tanto marcar como asignar, atribuir: la portuguesa assinatura y la española asignatura.

Un signo es un elemento que representa o sustituye a otro. La firma, el nombre de una persona realizada de forma personal por ella misma, es su signo, su marca. La firma de una persona la representa. Assinar en portugués es firmar y assinatura es la firma, que es la marca personal de cada persona. De Dalí se comentaba que prefería pagar siempre con cheques firmados, porque el beneficiario de ellos siempre se lo pensaba dos veces antes de hacerlos efectivos. Tener una firma de Dalí es lo mismo que tener «un Dalí».

El conocimiento es infinito, así que lo dividimos en diferentes asignaturas. Cada asignatura es la fracción del conocimiento que se asigna a cada profesor para que la imparta. Proviene también de assignare, señalar lo que corresponde a una persona. Cada una de las asignaturas resultantes sigue siendo infinita en sí misma, pero por alguna razón psicológica, ya nos parecen más abarcables. Mi peculiar asignatura «Falsos amigos» va a ser, por su extensión, una constante asignatura pendiente.

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