Falso amigo n.º 37: joy (inglés) ≠ joya (español)

joy (inglés) ≠ joya (español)

Ah! je ris de me voir si belle en ce miroir!

La historia de Fausto es la triste historia de un terrible amargado. Es la crónica de un desesperado pacto con el diablo que se remonta a la Edad Media. Tiempo después, Goethe la convirtió en obra de teatro y Gounod en una Grand Opéra de cinco actos. ¡Cinco actos con un viejo amargado y Mefistófeles! La verdad es que da miedo. Ante ellos está la joven e ingenua Margarite. Siguiendo las indicaciones de Mefistófeles, Fausto le regala unas joyas. Cuando, en el acto tercero, la muchacha se las pone y se mira en el espejo, su canto se convierte en una explosión de alegría que inunda el patio de butacas. No he resistido la tentación de rendir un homenaje al «Aria de las joyas» en esta entrada dedicada a la pareja joyjoya.

Y es que joy en inglés significa alegría. Proviene del latín gaudium a través del francés joie. La evolución fonética no nos resulta tan evidente como otras veces, pero, a su vez, se mantiene el significado. En castellano, el término gaudium ha dado lugar a nuestro gozo. La palabra joya no tiene un origen tan obvio. Hay quien lo hace derivar también de gaudium, pero parece que procede de iocus, en latín, juego. En el latín medieval se llamaba iocalia a las joyas, así que de ahí derivarían tanto la joya española como la inglesa jewel. Los que abogan por la partenidad de gaudium no andan tan alejados, semánticamente hablando. La joya es algo jocoso, algo que nos hace reír, desde el punto de vista etimológico.

De hecho, es la primera reacción de Marguerite. Ah! je ris de me voir si belle en ce miroir! ¡Ah! Me río de verme tan guapa en este espejo. El «Air de bijoux», que es como se llama el aria en su original en francés, es un fresco torrente de risas y alegría. No sólo me gusta a mí, sino que también es el aria predilecta de Bianca Castafiore, la pomposa soprano de las aventuras de Tintín. La Castafiore, a la que por cierto, le desaparecen las joyas en uno de los episodios, tiene una especial debilidad por esta aria, pues su personaje siempre está asociado a las primeras palabras del aria «Ah! je ris«. A propósito, el truco de las joyas funciona y Fausto se queda con la chica; pero cinco actos dan para mucho y la historia acaba como el rosario de la aurora. Yo, por mi parte, me quedo en el tercer acto, con las joyas, la alegría y el «Ah! je ris».

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