Falso amigo n.º 39: roman (francés) ≠ romano (español)

roman (francés) ≠ romano (español)
En su día pusimos una lupa sobre la loba que amamantó a Rómulo y Remo. Al cabo de los años esta pareja de hermanos se dispuso a fundar una ciudad. No se ponían de acuerdo en el nombre y Rómulo acabó matando a Remo y llamando a la ciudad Roma. Sus habitantes se llamaban a sí mismos «ciudadanos romanos«. Su idioma no era el romano, sino el latín, pues procedía de la región italiana llamada Lacio.
Dicho idioma se convirtió en lengua del Imperio, así que la gente se esforzó por hablarlo a lo largo y ancho del Mediterráneo. Pero hay cosas que nunca cambian: una cosa era el latín de Cicerón y otra el «latín nivel medio» que chapurreaba la gente de a pie. Los dialectos que iban surgiendo de este «latín vulgar» se fueron distanciando entre ellos más y más y se convirtieron en lenguas romances, pues en el fondo descendían de la lengua que trajeron en su día los romanos con sus legiones. En la Edad Media, las cosas importantes se seguían escribiendo en latín, que mantenía el status de lengua oficial. Pero había otras materias menos importantes (como el amor) que no tenía sentido tratarlas en una lengua muerta. Así que, cuando en la segunda mitad de la Edad Media empezó a resurgir la literatura en distintas regiones de lo que antaño había sido el Imperio Romano, esta se expresaba más cómodamente en «lingua rustica romana»; es decir, en romance.
La literatura española toma prestada esta palabra para designar diferentes conceptos, todos ellos explicables en última instancia por la utilización de dicha lengua romance. Romance como composición poética, romance como tipo de estrofa… Y, en fin, romance como el tema con más salida desde los tiempos del Romancero Viejo: el romance como idilio amoroso. Con la misma lógica, en francés la palabra roman da nombre a una de las formas literarias más universales: La novela. Un roman no es un romano, sino una novela. Algo romanesque es algo novelesco y una novela romántica en francés es (en redundancia etimológica) un roman romantique.
Para designar a un romano en francés hay que utilizar la palabra romain, como nos enseña Obélix: «Ils sont fous ces romains!«

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